Todos fueron dañados cuando los Balaur trajeron la guerra a la Elten.
Durante la Guerra del Milenio, los seres humanos y los Daevas lucharon contra los Balaur por desafiar a Aion. Aion, a cambio, hizo el campo de Aether para proteger y nutrir toda Atreia.
Elten estaba en las afueras del campo de Aether, relativamente lejos de Aion. Era un plato perfecto para los Balaur que buscaban lagunas en el campo de Aether.
Durante la Guerra del Milenio, los seres humanos y los Daevas lucharon contra los Balaur por desafiar a Aion. Aion, a cambio, hizo el campo de Aether para proteger y nutrir toda Atreia.
Elten estaba en las afueras del campo de Aether, relativamente lejos de Aion. Era un plato perfecto para los Balaur que buscaban lagunas en el campo de Aether.
La lucha sin fin entumece los sentidos. Ochocientos años de guerra agotaron a los Señores Empíreos, así como a los Balaur, por lo que no es de extrañar que ocasionalmente se hondearan banderas blancas en la lucha.
Estábamos fuera de la guardia durante un período de calma ese fatídico día, patrullando el campo a lo largo del Pasaje Durmoi. Sentí el movimiento y levanté la vista. No podía creer lo que mis ojos veían, eran millones de Balaur ennegreciendo el cielo, sin dejar un fragmento azul.
Durante el cese de los combates, los señores Balaur habían reunido secretamente un ejército de la talla de la que nunca se había visto - Ni soñado! - ¿De dónde salen?, nadie lo sabe.
Incluso los más veteranos temblaban ante esa tormenta, esa pared de Balaur, pero eso no hizo vacilar a los gloriosos Señores Empíreos. El Señor de los ejércitos de Elten, Nezekan, tardó horas en organizar la defensa para defender el Este del campo de Aether en Theobomos.
No había número de Balaur que pudieran intimidar a los Señores Empíreos y a los Daevas, favorecidos por Aion. Por desgracia, ésa nunca fue la intención de los Balaur. Atacaron a Theobomos, con todo su poder inconmensurable, pero aquello fue una finta.
Mientras que los Señores Empíreos y protectores de la Torre daban toda su fuerza hacia el muro, los Señores Balaur fueron hacia el oeste.
Enfocando todas sus fuerzas, atravesaron el campo de Aether cerca Elten: un pequeño espacio, desigual, pero suficiente.
El camino estaba abierto, había una gran multitud de Balaur y Señores Dragones impresionados, babeando sobre la riqueza del campo de Aether. Aion actuó y les prohibió la entrada. Pero la brecha se cerró tarde, porque un puñado de Balaur había pasado, aunque el campo fue una vez más impenetrable.
Por toda Elten se oyó un grito de triunfo que arrasó. Sin embargo, la mayoría de nuestras fuerzas estaban ocupadas en el este, en Theobomos, y sólo unos pocos Daevas permanecieron en Elten para hacer frente a los invasores. Entonces, los Balaur se abalanzaron contra Elten como flechas.
El número de Daevas y Balaur eran casi iguales, pero Sataloca, la General Balaur, poseía una ferocidad venenosa.
Sataloca no atacó sólo a los Daevas de Elten, sino a todas las criaturas, incluso la propia tierra, que con sus artes mágicas venenosas, arrasó. Su terrible presencia arrasó con la tierra, que una vez fue hermosa entre Elten y la torre de Aion. Sataloca devastó cada pueblo por el que pasó y estos pasaron a ser unas ruinas. Esa energía tóxica la vertían sus propios pasos.
Y Elten, mi hermosa y próspera ciudad, fue devastada.
Guerreros valientes de Elten derribaron la horda de Balaur, pero no a Sataloca, ni a sus ayudantes, un Señor del Dragón y un Drakan ascendido. Derramó tanta sangre de Daevas, que no entendí como no se pudo ahogar, pero los pasos de Sataloca no dudaban. Su curso se mantuvo fijo.
Y Elten, mi hermosa y próspera ciudad, fue devastada.
Guerreros valientes de Elten derribaron la horda de Balaur, pero no a Sataloca, ni a sus ayudantes, un Señor del Dragón y un Drakan ascendido. Derramó tanta sangre de Daevas, que no entendí como no se pudo ahogar, pero los pasos de Sataloca no dudaban. Su curso se mantuvo fijo.
El salvajismo de Sataloca, arrebató a los Daevas tanto sus cuerpos como sus espíritus. Sin embargo, los Daevas no se rendían. Incluso antes de que las agonías de la muerte desaparecieran, aparecieron los curanderos de alma, resucitando a los aliados y enfrentándose al enemigo. Los curanderos de alma, en la batalla del Este, mantuvieron a todos los refuerzos de Elten por días, así que, muerte a muerte, fueron lentamente destruidas sus almas y sus propias mentes.
Ninguna fuerza mortal o Daevanica podían enfrentarse a Sataloca, por lo que los Señores Empíreos buscaron un poder aún mayor que ellos - los huesos sobrenaturales de los dragones antiguos en un barranco cercano al norte de Elten .-
Pero, ¿cómo atraer a Sataloca allí?
Ninguna fuerza mortal o Daevanica podían enfrentarse a Sataloca, por lo que los Señores Empíreos buscaron un poder aún mayor que ellos - los huesos sobrenaturales de los dragones antiguos en un barranco cercano al norte de Elten .-
Pero, ¿cómo atraer a Sataloca allí?
Nurea, una general de los Templarios y su Legión, formaron una legión-alianza de voluntarios. Aunque aún se recupera en Theobomos del ataque, ella acusó a Sataloca de delitos contra de su patria. Nurea y sus Daevas burlaron y aguijonearon a Sataloca en el barranco y completaron la trampa de los Señores Empíreos.
La sangre fresca de Sataloca la ataron a los huesos antiguos con lazos de Aether. Una vez Sataloca fue capturada, decenas de guerreros se abalanzaron contra ella con un salvajismo inhumano. Los lazos de sangre la sujetaron. Pero aunque su cuerpo fue cortado en pedazos, el corazón de Sataloca se quedó.
El corazón de Sataloca contiene una parte de poder, que hace levantar los huesos de los Drakes muertos. Ni la magia más poderosa ni la espada más devastadora controlarían ese corazón. Intentos imprudentes que ataquen al corazón, pueden hacer que se derrame todo su veneno, aunque los Señores Empíreos hayan sellado el corazón para siempre.
La sangre fresca de Sataloca la ataron a los huesos antiguos con lazos de Aether. Una vez Sataloca fue capturada, decenas de guerreros se abalanzaron contra ella con un salvajismo inhumano. Los lazos de sangre la sujetaron. Pero aunque su cuerpo fue cortado en pedazos, el corazón de Sataloca se quedó.
El corazón de Sataloca contiene una parte de poder, que hace levantar los huesos de los Drakes muertos. Ni la magia más poderosa ni la espada más devastadora controlarían ese corazón. Intentos imprudentes que ataquen al corazón, pueden hacer que se derrame todo su veneno, aunque los Señores Empíreos hayan sellado el corazón para siempre.
Kimeia, un Arconte de Ariel, aceptó la responsabilidad para sellar y proteger el corazón de Sataloca.
Ella permanece ahora y para siempre, velando por la protección de Elten de la furia ardiente del órgano. Se paga un precio terrible. Kimeia es prisionera del Balaur que custodia, como el Balaur de ella.
Elten también pagó un alto precio. Cada pueblo, cada centímetro de tierra que Sataloca cruzó quedó contaminado. La naturaleza del alma siniestra de Sataloca todavía impregna la zona. Sólo los Klaw pueden prosperar allí.
Ella permanece ahora y para siempre, velando por la protección de Elten de la furia ardiente del órgano. Se paga un precio terrible. Kimeia es prisionera del Balaur que custodia, como el Balaur de ella.
Elten también pagó un alto precio. Cada pueblo, cada centímetro de tierra que Sataloca cruzó quedó contaminado. La naturaleza del alma siniestra de Sataloca todavía impregna la zona. Sólo los Klaw pueden prosperar allí.
Recuerda siempre los sacrificios ocurridos en Elten.
No bajes la guardia contra los Balaur. El corazón de Sataloca todavía late...
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